lunes, 3 de noviembre de 2014

UNA MÁS

Se oían gritos en cubierta, el agua entraba por las puertas de los camarotes. Mientras tanto, un hombre robaba en la habitación más lujosa del Titanic, la 115.
-         Una joya más, la última – se decía. – Me esperan en un bote.
Media hora más tarde, con los bolsillos a reventar salía de allí como el hombre más rico del barco.

Acudió al punto de encuentro y vio que, en ese momento, el bote se alejaba del transatlántico. Creyó que un salto sería suficiente, pero no contaba con el peso de más de lo robado. Las joyas lo sumergieron hacia las profundidades y él se dejó arrastrar.

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