jueves, 20 de noviembre de 2014

LA SOMBRA

La lluvia había empezado a caer después de darle la tarde libre a Vicente. Había decidido volver a casa andando y rodearme de la chusma que puebla mi ciudad. Esa gente que me ve como a una diosa lejana.
Hoy podría demostrarles que estoy más cerca de ellos aunque siempre habrá un gran abismo entre mis joyas y sus harapos.
Sonriendo feliz, medio apoyada en la pared para resguardarme de la lluvia y no mancharme mi vestido de D&G descubrí una sombra que se acercaba. Arrastraba los pies y el agua le calaba por completo. Se aproximaba peligrosamente. Comencé a caminar hacia atrás sin perderle de vista. Pero tras tropezar varias veces decidí correr tan deprisa como me dejaron mis zapatos de tacón de aguja. De reojo, miraba hacia atrás y seguía viendo la sombra, aunque algo más lejana. Mi mente volaba pensando mil historias: secuestro, robo... Nadie se acercaría de esa forma para pedirme un autógrafo. No conocía mi ciudad, así que, cuando giré aquella esquina pensando perderme en otra calle, encontré un callejón sin salida. No podía volver y me escondí entre las sombras del final, apoyando mi espalda contra la pared sin importarme ya su suciedad. Cualquier movimiento brusco haría que tintineasen las pulseras y los collares que llevaba. Incluso me sujeté las muñecas para evitar los temblores que luchaban por salir.
Pero la sombra se acercaba. Se internó en el callejón en mi busca. Tal vez mi Chanel Nº 5 me delató.
La sombra se detuvo delante de mí y alargó su huesuda mano.
- ¿Me da una moneda para comer algo, por favor? - dijo la sombra afónica.
- Ah - grité aterrorizada. Y salí corriendo.
Incluso los mendigos me atacaban.

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