-
¿Qué has hecho? – dice
mi padre tambaleándose. Tiene los ojos rojos.
-
Nada – respondo levantando la vista del libro.
-
Eso, nada de provecho – tartamudea empujándome.
Me llaman cuatro ojos y dicen que soy
diferente. ¿Por qué? ¿Porque me escondo
entre las dos paredes de mis libros? ¿Porque me acuesto yo sólo y me refugio
bajo las sábanas para vivir en otro mundo?
Hasta mis peores pesadillas son dulces
sueños comparadas con mi realidad.
Por fin es de noche y huyo hacia mi salida.
- Uf – me quejo tocándome la espalda. –
Otra noche en la que escucharé sus gritos – pienso. – No se ha quedado a gusto
haciendo de mí su saco personal.
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