viernes, 6 de marzo de 2015

UN GOLPE DE CALOR

El calor golpeaba fuerte aquella tarde. Ruth miró inquieta la calle a través de los cristales sucios y encendió el ventilador pues su abanico no daba abasto.
Los pocos que se atrevían a pasear luchaban contra sus chancletas que se pegaban al asfalto.
La mujer miró el cuerpo sin vida de su marido y comenzó a morderse las uñas pensativa:

— ¡Ya sé! ¡Claro! ¿Cómo no se me habrá ocurrido antes? Está clarísimo. Ha sido un golpe de calor — susurró convencida mientras miraba distraídamente la sartén humeante del fregadero que tenía unas manchas muy sospechosas.

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