viernes, 6 de marzo de 2015

PRISIONEROS

Un día, tras años confinados en celdas del manicomio, descubrí al nuevo guarda de seguridad.
Lo pillé mientras escudriñaba, curioso, a través del ventanuco de la puerta. Mi oportunidad para escapar se acercaba, así que me escondí de su visión.
Minutos más tarde acudió con una llave con la que intentó abrir los blindajes que nos aislaban del resto del mundo.
Aunque nuestros nombres nunca hubiesen sido pronunciados en su presencia, debían haberle informado de que no podía acercarse a nuestras celdas ni fiarse de nosotros.
Se sentó derrotado delante de mi puerta, apoyando la cabeza en el marco, quedando dormido; momento que aproveché para, telepáticamente, susurrarle: “Ábrelas; da igual el método que utilices”.
Cuando se despertó, buscó objetos, lanzándolos después contra las puertas, incluso golpeó con la cabeza hasta hacerla sangrar.

Escuché un ruido y el blindaje cedió. Me filtré por una rendija logrando mi ansiada libertad. Somos locura, odio, mentira, terror, venganza… Y regresamos para seguir gobernando el mundo.

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