viernes, 9 de enero de 2015

UN PASEO MARÍTIMO

José, con su gorra de marinero y fumando con su pipa, paseaba por el paseo marítimo junto a Miguel, un amigo de su hijo Víctor, cuando éste se acercó a preguntarle por la moto. Llevaba más de un año detrás de ella y su padre siempre le contestaba lo mismo:
    Cuando los barcos vuelen.
Esta vez Víctor no se enfadó, ni se tiró por el suelo con una de sus rabietas. Simplemente se sentó en un banco que había en el paseo y José lo acompañó en silencio mientras Miguel se alejaba de ellos. Contemplaban la puesta de sol sobre la playa y el joven comenzó a jugar con una linterna, encendiéndola y apagándola.
Al cabo de un rato, escucharon un rumor en la lejanía que se acercaba. Perplejos, abrieron los ojos como platos al descubrir tres barcos alados surcando el cielo rumbo al océano.
    Mmmm, ¿de qué color decías que querías la moto? — preguntó todavía con la boca abierta.
    ¡¡Bien!! — exclamó feliz Víctor abrazando a su padre. — No ha estado mal aprender Morse con Miguel y crear esas maquetas de barco para engañarle… Le pienso dejar dar todas las vueltas que quiera en la moto — pensaba mientras saltaba de alegría. — Oye, papá, ¿me llevarás mañana al astillero?

    ¡Por supuesto! — contestó él. — Ojalá hubiese hablado antes con su amigo, me habría evitado más de una pelea… — pensó sonriendo.

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