sábado, 26 de abril de 2014

INMERSIÓN ENTRE LAS PÁGINAS


- ¡Qué horror! – dijo Laura mirando el reloj. – Sólo tengo hasta mañana para leerme el libro. Tendré que ir a la biblioteca.


Cuando llegó allí y entró, mil olores diferentes lucharon por hacerse un hueco en su nariz. Frunció el ceño.

Entre centenares de estanterías que el tiempo había olvidado, como si no existiesen, halló lo que buscaba. Se escondió bajo las escaleras de caracol, abrió el volumen, miró a ambos lados y chasqueó los dedos. Al instante se vio rodeada de fina arena y olor a mar. Aquel era su secreto. Odiaba leer y prefería el camino fácil. A veces no estaba del todo mal vivir la historia en lugar de dormirse entre sus líneas. Lo peligroso sería que lo cerrasen. No podría salir hasta que volvieran a abrirlo. Las horas fueron pasando sin que Laura se diera cuenta.

En el exterior, se apagaron las luces mientras la bibliotecaria hacía su último recorrido diario. Encontró el ejemplar abierto, lo cerró refunfuñando y maldiciendo a esa generación tan desordenada y tan poco respetuosa y lo guardó en su sitio. Las pisadas fueron alejándose por el pasillo y Laura se quedó encerrada entre sus páginas.

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