domingo, 23 de noviembre de 2014

DESBARATANDO LA FERIA

Manolo odiaba la Feria. Todos los años, durante diez días, le resultaba imposible conciliar el sueño. Pero aquel septiembre, iba a poder dormir o se cambiaba de nombre.
Todo estaba listo: luces, banderines, mesas y sillas, bebidas, música…
Comenzaba el plan A.
-         No hay hielo – se oía gritar.
Se había echado a dormir con una sonrisa pensando en aquel saco helado que había tirado al vertedero, cuando se sobresaltó al escuchar la música. Todos en el pueblo habían contribuido y llevado cubitos de casa.
Le tocaba el turno al plan B.
-         ¡No hay bebidas! ¡Pero si hace un momento estaban aquí! ¿Quién se las ha llevado? – gritaban dos horas después.
Manolo descansaba de nuevo cuando el ruido y la música resonaron más fuertes en la noche.
El plan C sería el definitivo.
Cogió un cubo y se dirigió al generador que daba la energía a la Feria. Mil chispas saltaron mientras el agua lo mojaba todo y el lugar se quedaba en silencio.
-         Ahora seguid con la música si podéis – gritó en el centro de la plaza.
Una anciana se acercó a él y comenzó a tocar las palmas. Se sumaron varios con las guitarras. La noche siguió festejando su alegría mientras Manolo se metía en la cama con tapones en los oídos.
-         Cómo se nota que ha empezado la Feria, ¿eh, Manolo? – le dijo un compañero por la mañana.
-         Por favor, llámame Antonio.


Microrrelato presentado en el "II Certamen de microrrelatos  - Sucedió en la feria"

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