
La luna llena se reflejaba en las frías
aguas del lago mientras se sumergían y comenzaban a bucear.
Segundos después, Marta, agobiada, tiró de
él hacia arriba. Joaquín, cogiéndola de la mano, la ignoró. Ella intentó
soltarse sin conseguirlo. Una vez que dejó de luchar se giró hacia su pareja.
Unos desorbitados ojos azules lo miraban.
Chilló de terror mientras ascendía a gran velocidad hacia la superficie,
dejándola sola.
A veces, nos damos cuenta demasiado tarde,
que uno sólo nunca tiene el suficiente aire para los dos.
Ya te leí en ENTC, pero voy a cotillear un ratito en tu blog.
ResponderEliminarUn saludo
JM
Estás en tu casa. Espero que te gusten.
ResponderEliminarSaludos
Charo